Sergio N es acusado de violencia familiar y abandono en el estado de Quintana Roo, luego de golpear a sus dos hijos y dejar a su niña de 13 años en medio de la selva, para ser devorada por los jaguares. Las autoridades descubrieron que este hombre venía escapando del crimen organizado porque le querían hacer daño.

Óscar Montes de Oca, fiscal general, confirmó que Sergio y sus hijos no son de la entidad, sino que tenían dos meses viviendo en la capital, Chetumal a donde llegaron escondiéndose del crimen organizado

Detalló además, que la mamá no vive con ellos y que la custodia de los niños quedó a cargo de Sergio.

“Supuestamente el papá venía huyendo porque le querían hacer daño algunas otras estructuras criminales de otra entidad y eso fue lo que sucedió”, dijo.

Aclaró que Iris y sus hermanitos siguen bajo protección y resguardo del DIF en Othón P. Blanco, mientras que el papá es procesado por violencia familiar y abandono. “Las investigaciones continúan”, reiteró.

Sergio engañó a sus hijos que iban acampar cerca de la laguna ‘Milagros’, los convenció y se adentraron a la selva, estando allí, golpeó a los pequeños y a Iris, los dejó sin comer durante varios días y el 10 de mayo, intentó dejarlos, pero dos los dos varones vieron la manera de seguirlo y lo hicieron, mientras que la menor de 13 años no.

Iris se quedó en la zona y como pudo sobrevivió allí, en la localidad Subteniente López cerca de la laguna, y para evitar ser presa de los animales entró al manglar, de donde salía para buscar comida, frutos llamados capulines, y por ceniza, ya que con eso purificaba el agua del manglar.

Ella no sabía que a su alrededor un cocodrilo y un jaguar ya la estaban asechando, así estuvo viviendo durante 7 largos días. Hasta que llegó el milagro. Una vecina fue quien alertó a las autoridades, de que la menor no la veía en casa y el papá seguía su vida de manera normal.

Fue hasta el 17 de mayo cuando la FGE y autoridades de los tres niveles de gobierno dieron con ella, estaba con vida, con un cuadro de deshidratación, con piquetes en el cuerpo de moscos, heridas en la cabeza y descalzo, aún con ropa y consciente.

Iris vivió para contarlo. Gracias a que tenía conocimientos de supervivencia.