Diana García Rivera soñaba con ser veterinaria para cuidar y proteger a los animales. Las gallinas y palomas eran sus favoritas. Pero el 22 de febrero del 2020 un comando armado la raptó en Cancún y desde entonces nada se sabe de ella.

Diana nació en el municipio de Balancán, Tabasco, el 23 de julio de 1999, a través de cesárea. Estuvo nueve meses y una semana en el vientre de su madre, Romana Rivera Ramírez. Al nacer pesó 3 kilos con 300 gramos.

“Es la única mujer que tuve, tengo un hijo varón, pero ella es la única niña”, dice Romana.

Parte de su infancia la vivió en Tabasco, donde asistió al jardín de niños “Graciela Pintado de Madrazo”. Sus maestros la recuerdan como una niña muy participativa que no le daba pena concursar en festivales.

“No tenías que rogarle para que participara, ella misma decía yo. Participó en todo tipo de festivales. Fue señorita girasol”, recuerda la madre.

Diana ya estaba en tercero de primaria cuando su madre y su padre se separaron. Romana llegó a Cancún con ella y su hijo varón, donde empezaron de nuevo.

En esta ciudad, Diana terminó la primaria en la escuela “Aquiles Serdán”. La secundaria la cursó en la Técnica 25 y comenzó a estudiar en el Cecyte II, pero por cuestiones de salud, tuvo que dejar la escuela.

“Diana estudió hasta el segundo semestre, el problema que tenía era hormonal y no podía estar tanto tiempo sentada, ni parada, ni mucho menos fuera de casa, se desmayaba casi de manera seguida y tenía que ir por ella. Parte de los efectos es que subía de peso de manera rápida y afectaba también sus periodos menstruales”.

Aunque perdió años de estudios, decidió superarse y estudió la prepa en el sistema abierto.

Diana recibió una invitación de su hermanastra mayor, hija del primer matrimonio de su papá biológico, para ir a comer el 21 de febrero del 2020. Cerca de las 14:00 horas salió de casa y fue al encuentro. Su madre ya estaba enterada.

A las 19:00 horas, Romana le preguntó si iba a regresar a casa. Ella le dijo que no, que se quedaría a dormir en la casa de su hermanastra. Romana, al saber que estaba en familia, se acostó.

Llegó la medianoche y en el domicilio donde estaba Diana llegó un muchacho, identificado como Jorge, nadie sabe quién lo invitó. Se quedó aproximadamente 40 minutos.

“Diana sí conocía al chico, la primera vez lo vio en una fiesta, cuando andaba con su exnovio, llamado Marcelo, quien también conocía a Jorge . La hermanastra dice que Jorge le ofreció un raid o aventón a su casa, se presume que mi hija accedió y salió con él. Esto pasó cerca de las dos de la mañana del sábado”.

Romana obtuvo información que apunta a que Diana y Jorge fueron al bar Imperio, en la avenida Nichupté, ingresaron cerca de las 3:00 horas, estuvieron casi una hora en el lugar y esa madrugada todo cambió.

“Sujetos armados, encapuchados, con armas largas y vestidos de negro someten a Jorge y lo sacan del bar, a él lo mantuvieron unos minutos en el pasto y con el rostro hacia abajo, mientras que a Diana no se le ve con él. Se presume que ambos fueron subidos en una camioneta color negro”.

La mamá de Diana dice que todo esto lo sabe gracias a las grabaciones de las cámaras del establecimiento, que fueron entregadas a los agentes de la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo. De su hija no supo más.

“Presenté la denuncia hasta el 23 de febrero, porque aún tenía la esperanza de que mi hija regresara, pensé que le ganó la noche con Jorge e iba a regresar, pero no fue así”.

Romana, en los primeros meses posteriores a la desaparición de su hija, fue víctima de extorsión en redes sociales. Un usuario le mandó mensaje, diciendo que tenían a Diana y que la iban a liberar si depositaba ciertas cantidades de dinero en el OXXO.

“Los responsables me hicieron recorrer varios puntos de la ciudad, afirmando que si depositaba una cantidad me entregarían a mi hija, pero todo fue un engaño. Deposité varias cantidades de dinero, pero ante la impotencia de querer tener a mi hija se aprovecharon de la situación”.

Las extorsiones, los números telefónicos y las cuentas bancarias a las que hizo depósitos forman parte de la investigación y fueron incluidas en la carpeta de la Fiscalía.

Entre 15 y 20 días antes de la desaparición, Diana, Jorge y otro sujeto habían estado en el bar. Jorge se paró para ir al baño, pero tardó en regresar. Diana y el otro hombre preguntaron por él, los meseros les dijeron que hubo un inconveniente.

“El motivo fue por estar consumiendo sustancias ilícitas, por eso lo sometieron adentro del bar”, cuenta Romana.

“Lo sometieron los vigilantes y tuvo que pagar una cantidad por haber consumido algo que no era de allá y le advirtieron que no lo querían ver más en el lugar. Con ese antecedente, él lamentablemente llega de nuevo y lo hace en compañía de mi hija, ignoró lo que le habían dicho. Mi hija sufrió un daño colateral”.

La última conexión de Diana fue la madrugada del sábado 22 de febrero y su último post en redes fue un video donde se ve a su sobrina bailar; después de eso, su celular y redes sociales permanecieron inactivas.

El 27 de febrero de 2020, la FGE realizó el cateo al bar Imperio, cuatro días después de la denuncia.

“De acuerdo a las cámaras del C-4, la camioneta donde fueron llevados Diana y Jorge se ve circular sobre la Huayacán, ingresan sobre la avenida Colegios, seguidamente ingresan a Bonfil y allí se perdió el rastro, creemos que fueron entregados a un grupo criminal y los desaparecieron”.

Como parte de la búsqueda, Romana y su familia han acudido a hospitales, a la Cruz Roja y a clínicas y centros de emergencias, pero no hay rastro de ella.

“Las investigaciones que yo he hecho me llevan a creer que mi hija no está con vida más; sin embargo, mi esperanza como madre siempre va a ser hasta el último momento para encontrarla con vida”.