“Querían llamar a la policía porque estaba muy provocativa”: la dura experiencia de una extranjera en Qatar A la espera del comienzo del Mundial Qatar 2022, el país de Medio Oriente tiene los ojos del mundo encima. Más allá del aspecto deportivo, hubo discusión sobre las costumbres sociales y religiosas que existen en el territorio.

Bajo esas normas viven muchos argentinos, entre los que se encuentra Ludmila Magnelli, una joven de 22 años que se fue a probar suerte como chef. En una charla con LA NACION, relató su historia.

Mientras trabajaba desde su casa en Buenos Aires, escuchó en la televisión que una empresa de Qatar contrataba argentinos para trabajar durante el Mundial. A pesar de que en un primer momento le negaron la chance porque no había más vacantes, la joven estaba convencida de que su futuro estaba en el país asiático: “Estaba muy decidida en que no me iba a rendir y que en el 2022 yo iba a estar en Qatar sí o sí”. Luego de ocho postulaciones y varias entrevistas, Ludmila avanzó en el proceso y fue contratada como chef en un hotel de Doha, donde trabaja desde julio de este año.

Durante sus primeros dos meses, en términos generales, la adaptación a su nueva vida lejos de Argentina no fue tan difícil por la emoción que tenía de trabajar como allí de lo que la apasiona. Sin embargo, las semanas siguientes fueron más complicadas: 

Por otro lado y en cuanto a lo cultural, la joven se impactó al ver mujeres usando el Hiyab, que cubre el cabello, y el Burqa, que cubre literalmente todo el cuerpo. Esto no solo le resultó “chocante” por no haberlo visto antes en persona, sino también por el fuerte calor que azota Qatar durante el verano. “Las mujeres acá visten de negro y caminan detrás de los hombres, mientras que ellos visten de blanco y pueden caminar por donde quieran”, describió.

Ante ese escenario, aseguró que en un comienzo estaba preocupada por la vestimenta a la hora de salir a la calle: “Al principio tenía un poco de miedo de salir con los hombros y piernas descubiertas, porque me habían dicho que eso estaba prohibido”.

A ese temor vinculado a la cultura de este país se sumó una complicada experiencia en un shopping. “En la entrada un hombre local me dijo que iba a llamar a la policía porque estaba muy provocativa, pero yo solo tenía unos jeans ni tan ajustados y una blusa de tirantes, pero sin escote”, recordó. Cuando la policía se presentó, le obligaron a vestirse con una tela encima. sin dudas fue un momento que le impactó.

Más allá de las primeras sensaciones, con el tiempo Ludmila logró acomodarse con esta cuestión: “De a poco fui viendo que uno puede vestirse cómodo y seguir respetando la cultura. Al fin y al cabo nosotros somos los de afuera”. La exigencia sobre la vestimenta es más fuerte en lugares públicos como mezquitas, hospitales y embajadas. “Uno por respeto se cubre y te terminas adaptando”, expresó.

En esa misma línea, también señaló que en Doha debió procurar tener un “perfil más bajo” del que implica su personalidad y que intentó que enfocarse en no llamar demasiado la atención ante este temor vinculado a las estrictas reglas que deben cumplir las mujeres en este país de Medio Oriente.

Al hacer un resumen de su experiencia, Ludmila destacó la posibilidad de ahorrar y crecer económicamente, aunque aseguró que no le gustaría quedarse por mucho tiempo. “Si bien Qatar es unos de los países más caros, la realidad es que puedo ahorrar muchísimo y no me privo de darme los gustos que quiero”, describió sobre el primer ítem. El hotel le brinda transporte del trabajo a su casa y viceversa y eso le permite guardarse una buena cantidad de dinero.

Distinto es el panorama a nivel cultural, donde a pesar de acostumbrarse a las normas sociales la joven no se siente cómoda: “A nivel social todavía no me puedo adaptar como quisiera, no me siento en casa. Es todo muy diferente, la cultura, la religión, todo esto es muy impactante y yo no estoy acostumbrada a vivir así”.